martes, 20 de mayo de 2014

CÓMO COMUNICARNOS E IMPLICAR A LA FAMILIA

  • Todos los docentes somos conscientes de que el excesivo número de alumnos por grupo, la diversidad de los mismos, la excesiva burocracia que nos rodea, el esfuerzo que hemos de hacer para actualizar nuestra formación, entre otros, son factores que dificultan, muchas veces, el que podamos reforzar y ampliar los conocimientos de nuestro alumnado por lo que es importantísimo contar con el apoyo familiar para ello.
  • En el caso del alumnado con NEE la coordinación entre familia-escuela es aún más necesaria pues hay que unificar criterios y tener claro qué es lo pretendemos y qué tenemos que trabajar.
  • Muchas veces nuestro papel ha de ser de escucha, mostrándonos siempre sensibles ante la ansiedad que genera el problema de los hijos en los padres, incluso algunos tardan o no son capaces de asimilarlo aunque ya esté claro el diagnóstico. Podemos ayudar informando del trastorno, de asociaciones, dándoles a conocer otros casos.
  • Debemos mantener reuniones periódicas, no solo las preceptivas por ley: mantener al menos una al inicio de cada trimestre (informar sobre programación, explicar el plan de trabajo, coordinar las normas, deberes) y otra al final (de evaluación). Y si surgen necesidades las que se vean convenientes.
  • Son importante las comunicaciones a través de la agenda (también pueden ser llamadas telefónicas o comunicación oral en la entrada o salida) ya que el alumno sabe de la inmediatez de la trasmisión de la información.
  • Aclarar bien el nivel de exigencia que vamos a tener en el aula y establecer claramente las actividades necesarias pensando que pueda hacerlas en el centro y no sobrecargar a la familia. Yo suelo decirles a los padres de mis alumnos que está genial que los ayuden en los deberes pero que nunca olviden que son una familia y que cuando las tareas escolares ponen en jaque la buena convivencia familiar hay que comentarlo con el profesorado para encontrar una solución. Hay que evitar que dejen de hacer actividades placenteras juntos. El ambiente familiar ha de ser acogedor y cálido.
  • Asesorarlos sobre refuerzo positivo, evitar reforzar las conductas inadecuadas, públicamente solo prestar atención a las conductas muy disruptivas, implicar a ambos progenitores no descargando toda la responsabilidad en uno de ellos y ser coherentes con las normas.
  • Importancia de marcar rutinas y horarios y seguirlos.
  • Ayudar a su hijo en la organización del material, mochila. Unos necesitan más ayuda que otros y no por ello hay que desesperar.
  • Poner en lugar visible recordatorio de normas básicas del hogar, acordar gestos con él de atención.
  • Implicarnos ofreciéndonos a recibir información de su evolución en casa y premiarla en el colegio públicamente.
  • Animarlos a que participen en juegos, actividades extraescolares, asociaciones (tanto los niños como los padres) en las que el niño pueda liberar energía y ellos intercambiar puntos de vista, apoyarse en otras personas, incluso dejarlos algún “ratito” con algún familiar y que la pareja pueda disponer de su tiempo.
  • Esta imagen refleja las ideas aquí expuestas.

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